Las comparsas muestran hoy los trajes que empezaron a elaborar en octubre
06.03.11 - 01:46 -
ALEXIA SALAS |/ La Verdad
Pestañas postizas en rosa chillón y marabús escarlata conviven en el taller de la comparsa 'Los que faltaban', de La Ribera. Las manos de los carnavaleros, laceradas de quemaduras por la silicona caliente que pega las plumas y pedrerías, cortadas con mil arañazos de cortar, coser, punzar y fijar adornos de purpurina. Nadie puede sospechar ni siquiera el color de los trajes que lucirán los festeros en el desfile de este año, y mucho menos el del golpe de efecto de la comparsa, su musa, Patricia Isabel Guzmán Espinoza.
Por eso ventanas y puertas aparecen forradas de papel para proteger el gran secreto, que fue desvelado para deslumbrar al jurado de la Reina de Carnaval de entre las cinco musas de La Ribera y hoy tomará las calles. Coreografía espectacular y trajes de varios metros de altura, imposibles de mover sin ruedas, y diseños oníricos para impresionar al público, que en realidad esconden meses y meses de trabajo.
Los integrantes de la comparsa ribereña empezaron allá por octubre a darle vueltas a las plumas y la imaginación. Después se sumaron paulatinamente las horas de trabajo, tardes después de la jornada laboral o de las clases, madrugadas compartidas en torno a la promesa de la fiesta que vendrá. «Merece la pena. Nos hinchamos a llorar cuando se ve el resultado», cuenta Juani Rostand.
Las horas quitadas al sueño adquieren ahora más valor, cuando la crisis ha reducido el número de manos que laboran alrededor del diseño homogéneo de la comparsa. «A veces por el trabajo, otras por los estudios, más algunos que se han ido de Erasmus», comentan los jóvenes de la comparsa. La misma musa gasta sus horas en coser la pedrería al tocado que lucirá esta noche en la gala. El año pasado, las madres de la comparsa dieron puntadas a más de mil plumas de pavo, cientos de cristales, metros incalculables de pasamanería, kilos de lentejuelas y más de 10.000 piezas de cristal.
La crisis obliga este año a reciclar materiales, de modo que incluso algunos adornos navideños viven una segunda oportunidad en la cabeza de un carnavalero. Todo es cuestión de imaginación, así que las hacendosas manos tiñen y escarchan plumas, customizan zapatos y aprovechan estructuras. Todo un alarde de ingenio, ya que no todas las comparsas se trabajan sus trajes. Muchas recurren al alquiler.
La predicción de posibles lluvias para hoy no amedrenta a los carnavaleros, que esta tarde -tras la elección de la Reina Infantil entre las ocho musas- llevan a cabo el primer desfile, en el que participarán las 18 comparsas de San Pedro del Pinatar y Los Alcázares, mostrando el trabajo de meses.
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